16 oct 2012

Una historia de dos ruedas....

Esta es una historia de dos ruedas, dos ruedas muy particulares. Porque hay ruedas de muchos tipos pero a las que yo me refiero tienen unos 32 radios con sus cabecillas, un buje y una llanta. Todo ello acompañado de un buen cuadro, en mi caso de doble suspensión, un manillar, unas bielas y unas cuantas piezas más.

Sin duda, este amasijo de piezas metálicas, en su mayoría de aluminio, todas juntas y bien colocadas en su sitio, son para mí lo que hace que me acueste todos los viernes y algunos sábados por la noche con la ilusión de un niño la noche de Reyes. 

Todo empezó a principio de los años 90, un amigo me dejo una bici con ruedas gordas, tres platos y unos 6 ó 7 piñones. Cuando empecé a dar pedales y subir algún repecho me di cuenta que esto podía ser muy divertido.

En unas semanas ya tenía mi flamante primera bicicleta de montaña, no me acuerdo de la marca, pero sí que me acuerdo que la compre en un gran supermercado por algo más de 24.000 pesetas. 

Así que, empezaron las primeras rutas por la Sierra de Madrid. Con un mapa y muchas ganas de descubrir nuevos recorridos íbamos enlazando pistas de pueblo en pueblo. Cada fin de semana era una nueva aventura. 

Con el tiempo la cosa fue evolucionando, cada vez las bicis eran más sofisticadas y más ligeras. De ir enlazando pueblos pasamos a enlazar senderos y trialeras subiendo cada vez más alto. Esto empezaba a gustarme más y más, ya no era el hecho de dar pedales sino también de bajar por sitios más o menos complicados. La excusa no era buscar nuevos sitios que visitar sino buscar nuevas emociones. 

Finalmente, hemos acabado con bicis que hace años ni en nuestros mejores sueños hubiéramos pensado y buscando nuevas sensaciones, que cada vez nos enganchan mas.

A partir de aquí empieza este blog, con la única idea de contar nuestras aventuras que nos llevaran, ¡hasta el infinito y más allá! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario